Etimología Del latín vulgar *bottare ("empujar"), y este del fráncico *bōtan, del protogermánico *bautaną, del protoindoeuropeo *bʰau-. Compárese el catalán botar, botre, el francés bouter o el italiano buttare, así como, en la rama germánica, el alemán boßen o el inglés beat. El mismo término fráncico es el origen de botón Verbo transitivo - 1
- Echar de algún sitio, retirar de un grupo o lugar por la fuerza.
- 2
- Arrojar lo que no sirve al suelo, al canasto de los papeles, basurero u otro lugar, con el fin de deshacerse de ello.
- Ámbito: América
- Sinónimos: arrojar, desechar, tirar
- 3
- Arrojar un objeto elástico contra una superficie dura para que al chocar se devuelva o rebote
- 4 Náutica.
- Echar al agua una embarcación nueva o recién reparada, para que navegue.
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- «[el bote] fue arrojado hasta la playa por una tormenta. Habría podido botarlo y repararlo con ayuda, [...]»
- 5 Náutica.
- Enderezar el timón hacia uno u otro lado, cambiar el rumbo.
- 6 Deporte, Fútbol.
- Patear la pelota detenida, para cumplir la sanción del árbitro.
- 7
- Despedir o expulsar a una persona de un sitio de trabajo o estudio.
- 8
- Perder un objeto dejándolo olvidado en algún sitio.
- Ámbito: Caribe, Venezuela
- Uso: coloquial
Verbo intransitivo - 9
- Dar un brinco una persona o animal.
- 10
- Dar saltos o botes un objeto elástico que choca contra una superficie dura.
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- Manifestar pesadumbre, dolor o indignación.
Locuciones
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Etimología Compuesto de mal y gastar. Verbo transitivo - 1
- Utilizar el dinero en objetos o servicios de mala calidad o de poca utilidad.
- "Yo conocí a un Miky que bebía, se emborrachaba, y se iba de putas. Su familia la despreciaba y le negaba el dinero que ella malgastaba. Sentí pena de ella y me la traje a vivir conmigo”. Gala, Antonio (2002) Los invitados al jardín. Barcelona: Planeta, p. 268
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- Desperdiciar tiempo, cualidades, atenciones, materiales u objetos; no hacer buen uso de ellos.
- Derivado: malgastador.
- Ejemplo:
- "Recordó su desilusión cuando, muñeca tras muñeca, sus ojos encontraron los pechos huecos; cuando comprendió que malgastaba mimos y caricias, canciones de cuna; cuando comprendió que ninguna muñeca tenía corazón”. Belli, Gioconda (1995 [1992]) La mujer habitada. Tafalla: Txalaparta, p. 117
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