Etimología Incierta Sustantivo masculino - 1
- Persona tarda o pesada en sus acciones.
- Ámbito: España
- Sinónimo: pelma.
- 2
- Cualquier cosa apretada o aplastada más de lo conveniente.
- 3
- Manjar o comida que se asienta en el estómago.
Locuciones - a buen pelmazo, tomar tabaco: Indica que con las cosas desagradables que no se pueden remediar en el acto lo mejor es armarse de paciencia.
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Adjetivo - 1
- Aplicado a personas que importuna con sus palabras o actos, porque están fuera de lugar o porque son molestos.
- Uso: se puede utilizar también como sustantivo.
- Sinónimos: fastidioso, molesto, pesado, inoportuno, insolente
- Ejemplo:
- « Tampoco se sentía con fuerzas de explicar la crítica que a su juicio merecía la obra, porque se arriesgaba a parecer impertinente o maleducada, aguafiestas y cruel. Máxime cuando había sido invitada por el propio dramaturgo. Así que resolvió decirle cordialmente: "Enhorabuena"»
- 2
- Aplicado a cosas, palabras, actos o comportamientos molestos o inoportunos.
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- « Bastaría, para hacerse legítimo acreedor al varapalo, exponer el tema con impertinente consternación, como suelen hacerlo los interesados que tratan de conmover al personal y quienes describen en los periódicos y en los restantes medios de comunicación las miserias y penurias de la nación, casi siempre con un patetismo llorón y estéril»
- 3
- Que no concierne o no guarda relación con lo expuesto.
- Uso: Derecho
- Sinónimo: irrelevante
- Ejemplo:
- «Son impertinentes las pruebas que no se refieran a las excepciones admisibles en este juicio»
- 4
- Que se enfada o irrita con facilidad o pide favores fuera del alcance de las posibilidades.
- Uso: en desuso
- Sinónimos: melindroso, escrupuloso, quisquilloso
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- «En verdad, yo era un impertinente exigiendo un método imposible en los actos de Irene. ¿Qué tenía de particular que apagase la luz dos horas más tarde de lo que había dicho?»
Sustantivo - 1
- Anteojos apoyados en un soporte vertical, utilizado éste para sostenerlos con una mano.
- Uso: se utiliza en plural.
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- «Doña Magdalena Mendive le llamaba a su hija: "¡Hija mía! ¡Hija mía, Isabel!". Yo me quedé temblando. Me picaban los ojos como para llorar. A un señor le oí, detrás de nosotros: "Es la chica de Magdalena, que viene de Londres." La tía Lucy Ispaster, muy cerca de mí, decía, mirando con los impertinentes: "¡Ay, qué guapa! ¡Pero qué guapísima, Isabel!"»
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